miércoles, 26 de enero de 2011

Golpe de timón[1]


-debido al crecimiento y orientación que ha venido suguiendo en este blog, considero oportuno recordar un articulo mio del año 2005, pues hay coincidencia con algunos criterios recientes-



El petróleo es la base de la economía nacional. Su incremento incide en el precio de alimentos, vestido, transporte y en general bienes de consumo. Las mejores proyecciones indican que las reservas globales se agotarán en 50 años, pero en la práctica su elevado precio cerrará la válvula a los países pobres en la mitad del tiempo. Por ello debemos buscar soluciones que propongan una economía fundamentada en otras fuentes y en estrategias que burlen el caos energético del cual apenas iniciamos sus síntomas. También algunos de los problemas agobiantes precipitan la crisis: caos vial en el área metropolitana, ausencia de un transporte colectivo digno, furgones que saturan carreteras periféricas, entre otros derivados de un desarrollo social que tiene como eje el Valle y sus recursos.
Nuestras fortalezas. Una solución sostenible comienza por determinar nuestras   fortalezas y proponer un desarrollo con una concepción diferente. Costa Rica une bajo su cielo y su suelo cuantiosos recursos naturales en una situación geográfica privilegiada, a mitad de camino entre Europa y Asia, entre la costa este y China, Japón y Singapur. No lo aprovechamos ni tenemos la capacidad financiera y tecnológica para hacerlo. Constituimos un istmo de solo 200 km, con un clima ajeno a temperaturas extremas, huracanes, heladas y desiertos.
Estamos salpicados de accidentes costeros con puertos naturales, abundante fauna oceánica migratoria en nuestras aguas oceánicas; amplios yacimientos minerales y energéticos en los fondos marinos que cubren 11 veces nuestro antiguo suelo patrio, entre ellos nódulos de níquel y cadmio en la plataforma continental, el potencial hidroeléctrico de las corrientes en el Golfo de Nicoya y el gas natural en la Cordillera Cocos (buque alemán F/SMeteor, 2002). Si agregamos a estas condiciones el potencial hidroeléctrico continental, la red de comunicaciones, el sistema de hotelería, la red vial secundaria y, desde luego, el ser costarricense: ingenioso, educado y trabajador; bien podríamos establecer en 20 años una nación diferente.
Transporte interoceánico. La solución se fundamenta en la necesidad del mundo globalizado de un sistema de transporte interoceánico calificado. Este debe superar el canal de Panamá y el canal seco que se construye entre el Caribe hondureño y el Pacífico salvadoreño (650 km). Se construiría una autopista de concreto entre Moín y Bahía Salinas, pasando por las llanuras de San Carlos y Upala. El segundo canal es un ferrocarril que uniría a Limón con Cartago -ruta vieja-, reactivando Turrialba.
De Cartago saldría un trazado que entronca con Quepos, Parrita y Golfito, integrándolos al desarrollo. Se modernizan los puertos y terminales, los accesos viales y los servicios portuarios para grandes flotas. Ambas rutas son más cortas y trasladarían carga sin pasar por el centro del país, agilizando el área metropolitana. Se negociaría con Nicaragua el traslado de su mercadería a la frontera común en San Carlos a fin de que usen el lago y reactiven su economía fronteriza disminuyendo las inmigraciones.
Solución integral. Para construir tal infraestructura debemos considerar las experiencias con ferrocarriles y bananeras a inicios del siglo XX, acudiendo con perspicacia a naciones desarrolladas que han mostrado interés y tecnología apropiada. Entre ellos Taiwán/Japón o China para el arriendo temporal del Domo Térmico, a cambio de resolver el caos vial.
-actualmente lo explotan y no tenemos ningún beneficio-. Negociación que incluiría -ahora si- el respeto a los procesos de reproducción y estadios primarios de las especies, así como el impulso y la capacitación de nuestra flota pesquera. Una solución integral que pasa por el trazado de nuevas vías, puentes y un sistema de tranvía metropolitano (metro).
Negociar con Alemania el gas natural –durante un período prudencial, que nos permita formar ingenieros en minería oceánica- a cambio de una red ferroviaria que integre las costas, impulse el turismo y aproveche la hidroelectricidad en sustitución masiva del petróleo.
Negociar -en un plano horizontal- con EUA o Japón las riquezas geológicas en la plataforma continental, a cambio de un sistema de puertos modernos,  formación de recursos humanos y transferencia tecnológica de punta. Con la misma óptica, negociar con Japón/China/R.U. o Rusia la energía de las aguas del golfo, por una red ferroviaria que drene el turismo en la península de Nicoya y vincule Guanacaste con Puntarenas. Es preciso ajustar la administración pública a la nueva visión, integrando mucho del quehacer actual por un MINISTERIO PARA EL DESARROLLO MARINO, el cual impulse la incorporación al desarrollo de nuestros amplios y ricos recursos marinos.
Minería y pesca. Los beneficios para los habitantes se derivan también de actividades económicas paralelas, estímulo a su vez para iniciativas en áreas que los nuevos horizontes prometen. Por ejemplo el avituallamiento es un buen negocio para nuestros campesinos. Incluye el suministro de productos frescos, agua y carnes a la flota internacional, sin pasar por Miami, Hamburgo, Taipéi o Hong Kong. Las condiciones geográficas diferenciadas permiten el establecimiento de astilleros certificados los 12 meses del año. Las condiciones sociales, geográficas, costeras, oceánicas, la Isla del Coco y otras, permiten establecer programas únicos y de carácter internacional, a su vez fuente de turismo calificado.
El desarrollo de la minería oceánica, su uso energético y la pesca industrial, deben desarrollarse siempre bajo una negociación que incluya la formación de recursos humanos como estrategia de desarrollo sostenible. Como parte de las zonas francas costeras, el desarrollo de la banca y de seguros marítimos facilitaría las operaciones portuarias, el mercado a productos de las zonas costeras y el incremento del empleo en regiones deprimidas.

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